miércoles, 25 de diciembre de 2013

Teoría del Big Bang

Si ahora me preguntasen como he llegado hasta este punto no sabría qué decir. ¿Cómo explicas la dependencia que sientes por su sonrisa? No puedes hablar a alguien de lo que es perderse en sus ojos y encontrarte jugando a la rayuela en sus labios, mientras te haces la loca y tiras varias veces la piedra; haciéndolo mal aposta para disfrutar de cada salto que das por la comisura de su boca.
Pero todo tiene un principio, aunque él no se imagine cuando fue ese momento. Quizás fue la primera vez que apareció mientras dormía o quizás fue ese momento en el que abrazarle al verle era lo mejor de la semana.

Pero en el fondo quiero que seamos como el big bang: nadie conoce su principio ni su fin, sólo sabes lo que ocurrió desde los primeros segundos y sabes que sigue en expansión: inestable pero seguro, como nosotros.
Es gracioso ver como la gente piensa que el hombre es como la naturaleza, que tiende a la estabilidad y a la mínima energía; pero es estúpido pensar eso, ya que cuando tenemos esa estabilidad y tranquilidad no la soportamos y buscamos nuevas sensaciones, nuevos sitios, nueva gente; huímos de la monotonía de nuestro día a día siguiendo la magia de los demás, buscando nuevas estrellas que ver y nuevos caminos que recorrer. Quizás por eso a tí y a mí nos vaya tan bien, porque sabemos estar en esa montaña rusa que son las personas. O puede que sea porque he tenido la suerte de haber experimentado la magia de los demás en tí; he encontrado las estrellas que buscaba entre tus mechones de pelo y ahora mi camino favorito es el de tus caderas.

Quién sabe cuanto durará esta locura, pero lo que sí se es lo eterno que fue ese momento cuando, perdidos entre cesped y árboles mi mejilla fue tu centro de atención. A mí con eso me vale para ser feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario